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Les Nits de les Arts, EL PAÍS, AS y Los 40, organizaron un concierto solidario en favor de los damnificados en los terremotos de México

01-03-2018

Menos mal que los camerinos del WiZink Center madrileño son holgados y abundantes, porque anoche había que aprovecharlos hasta el último palmo. Más de 35 artistas de toda clase y generación respondieron a la convocatoria del concierto solidario México. Es que me acuerdo, cuyos ingresos se destinaban íntegramente a la reconstrucción de viviendas y edificios dañados por los pavorosos terremotos de septiembre en Chiapas y Puebla, que se cobraron 472 vidas. Hablan los apocalípticos sobre los jóvenes como una generación de escasa dimensión solidaria, pero podrían haber corregido su percepción paseando ayer por entre los casi 4.000 aficionados que pasaron por taquilla, agitaron los móviles y se desgañitaron con las casi cuatro horas de música en directo.

Entre los más implicados, Mikel Erentxun. "Hace seis días viví en Ciudad de México un terremoto de 7,5 grados. Creo que saldrá de ahí una canción: Cuando el suelo tembló. Dejaron de cantar los pájaros; era como una peli de Stephen King". Miguel Ríos recordaba antes de bajar a escena cuando descubrió a Enrique Guzmán y los Teen Tops, en 1960. "Vendía el disco de La plaga en los almacenes Los Olmedo y me enamoré de aquel tipo, un Elvis en castellano. Y luego le traté mientras grababa una peli con Rocío Dúrcal: un maravilloso bala perdida". Álvaro Urquijo (Los Secretos) se emocionaba evocando a Manuel, su abuelo materno, un fanático de María Dolores Pradera, "La influencia mexicana de mi hermano Enrique venia de ahí". Y Shuarma (Elefantes) rememoraba su primera actuación mexicana (2000), en el Teatro Metropolitan como teloneros de Bunbury. "Estábamos acojonados, pero la gente se volvió loca... y el idilio dura hasta hoy".

Había tantos participantes que solo tocaban a una canción por barba. "¡Otra, otra!", se desgañitaban desde las primeras filas tras escucharle Girasoles a Rozalén, que dio paso a Funambulista, y este a David Otero, Jorge Marazu, Marlango (que optó por una versión de José Alfredo Jiménez), El Kanka, Jacobo Serra (que se desmarcó con Bésame mucho), Marwan y el improvisador Arkano, Zahara y una larguísima lista de artífices de este milagro colaborativo. "Girasoles nació como un canto a la gente buena y México es todo un ejemplo de hermandad, de capacidad para ponerse en la piel del otro", reflexionó la cantautora albaceteña, en estado de gracia ubicuo. "Para las entrevistas tengo a un doble", bromeaba entre bambalinas.

A muy poca distancia de ella, un cerúleo Txetxu Altube se encontraba indispuesto y preocupado, pero nadie lo advirtió media hora más tarde cuando se dejó la piel sobre el escenario con Compás de espera. Rebeca Jiménez ni lo dudó: era la noche de Tú veras, la ranchera que cierra su último disco. Pedro Pastor aprovechó un ritmo de guaguancó aprendido en su recién concluida gira latinoamericana de cuatro meses. Arnau Griso le cantó al postureo cínico en las redes y Miguel Campello le dio muchas vueltas hasta decantarse por La espina. "Sigo viviendo en Águilas, en un paraje natural sin luz ni cobertura, y disfruto mucho de estas ocasiones porque conozco a la gente hablando cara a cara, no por WhatsApp", se explayó.

Ilustres asistentes

El evento salió adelante por iniciativa de Les Nits de l'art, EL PAÍS, As y Los 40 Principales, y contó con asistentes ilustres a muy pocos metros del escenario. Roberta Lajous Vargas, embajadora de México en España, se confesaba "conmovida con la vitalidad de la sociedad civil" y agradeció que los melómanos españoles sientan tanto aprecio por la música de su país. "El seísmo del 19 de septiembre pasado fue una pesadilla revivida: yo sufrí los temblores del 19 de septiembre de 1985 en Ciudad de México", relató.

El secretario de Estado de Cooperación, Fernando García Casas, se encontraba en la reunión de cancilleres iberoamericanos en Nueva York y coordinó desde allí la movilización de la Unidad Militar de Emergencias. "México es un amigo, socio y aliado a cuyo lado hay que estar siempre", subrayaba este amante de Serrat y Sabina que aprovechó la velada para familiarizarse con la nueva generación de cantautores. Y para proclamar su fe en los jóvenes: "Conozco de primera mano el voluntariado y los cooperantes, y tanto su preparación como el espíritu de solidaridad son evidentes". Bastaba con echar un vistazo a la radiante y entregada pista del WiZink para corroborarlo. Y asistir al cierre, apoteósico: todos los participantes, los 36, cantando aquello de "Pero sigo siendo el rey". Porque los reyes (y reinas) mexicanos siempre acaban reponiéndose de los golpes.

Fuente: EL PAÍS

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