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Carlos Fuentes en el recuerdo

13-07-2012

Aún sostienen algunos que la distancia es el olvido pero queda claro, en el caso de Carlos Fuentes, que la distancia de la muerte no hace sino remachar la insistencia del recuerdo, de la vigencia del hombre y del escritor entre sus pares. “No creo que haya un escritor más pendiente de los que vienen detrás, ni tampoco ninguno que sea tan generoso con ellos”, escribió Gabriel García Márquez sobre el autor de Cambio de piel. Esas palabras quedaron corroboradas ayer por el narrador mexicano Jorge Volpi, quien dijo de Fuentes: “Le conocí tres veces, y en todas cambió mi vida. Él me convirtió en escritor”. Fue su pequeña y sentida contribución personal al homenaje que la Universidad Internacional Menéndez Pelayo (UIMP) de Santander tributó ayer al autor fallecido. Para Salvador Ordóñez, rector de la UIMP, Fuentes era “un alma mexicana en un pensamiento global”. Ordóñez dijo estas palabras emocionado, al recordar su último encuentro con el homenajeado un mes antes de su fallecimiento. Frente a la fotografía de Fuentes que presidió el acto, estaba su viuda, Silvia Lemus, quien fue nombrada colaboradora honorífica de comunicación internacional de la Menéndez Pelayo. Recibió, además, el agradecimiento por su presencia de los amigos congregados para recordar al autor de Terra Nostra. Lo primero que leyó Juan Luis Cebrián de Carlos Fuentes fue un texto de Cambio de piel (1967), según recordó ayer el académico de la lengua y consejero delegado de PRISA (empresa editora de EL PAÍS). “Carlos tuvo que enfrentarse a ofensas y donde los censores encontraban pornografía, yo encontraba emoción”, añadió, para después leer un extracto del ensayo que él mismo hizo del escritor. “Es el mejor homenaje que le puedo hacer”, añadió Cebrián. La contribución del literato a la reflexión sobre México fue destacada en varias ocasiones en el homenaje. Jorge Volpi definió a Fuentes como “un torbellino decidido a transformar México primero para quizás después transformar el mundo”. El poeta Julio Ortega evocó su primer encuentro con el escritor en aquel país en 1969: “Ahí conocí a Carlos en un diálogo que no ha terminado nunca, se sigue dando al calor de su lectura”. Pese al tono de despedida de todas las intervenciones, los asistentes se resistieron a despedirse del colega y el literato. “Ha pasado al otro lado del espejo de la vida, donde solo se refleja la obra que ha dejado”, dijo evocador Salvador Ordóñez. Fuentes estuvo presente en los muchos pasajes de su obra que fueron leídos ayer, y también se escuchó su voz en los dos vídeos que se proyectaron, uno de ellos de una entrevista que le hizo su propia mujer. Un centenar de personas se unió al homenaje en el paraninfo del Palacio de la Magdalena en Santander, cerrando el acto con una ovación. Fuentes recibió en vida numerosos reconocimientos a uno y otro lado del Atlántico, desde el Premio Nacional de Literatura de México al Príncipe de Asturias de las Letras. Pero ayer se le dió algo más que un adiós emotivo, aunque no triste. “Así murió Carlos Fuentes, como había vivido, lúcido, saludable, fecundo… Nos quedan sus libros y su ejemplo, su voz y su pensamiento. Los frutos de su capacidad crítica…”, concluyó su mensaje el ensayista, y también amigo, Gonzalo Celorio.

 

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