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El reportaje visual de EL PAÍS sobre el contagio por aerosoles recibe el Premio Kavli, el ‘pulitzer’ del periodismo científico

11-11-2021

  • Los periodistas Mariano Zafra y Javier Salas son los primeros españoles en recibir el prestigioso galardón

El contenido más visitado de la historia de la web de EL PAÍS, el especial multimedia Un salón, un bar y una clase, ha cosechado un nuevo galardón de máximo reconocimiento; en esta ocasión, el Premio Kavli, el pulitzer del periodismo científico. El reportaje, que ya ganó el Ortega y Gasset y el máximo galardón de los Premios Malofiej ―los más relevantes de la infografía periodística―, ha logrado el galardón más importante a la divulgación que otorga la asociación que publica la prestigiosa revista Science. El reconocimiento forma parte del programa de premios de periodismo científico de la American Association for the Advancement of Science (AAAS, la asociación americana para el desarrollo de la ciencia), que se otorgan desde 1945 a medios estadounidenses. En 2009, se abrieron al resto del mundo, desde que la Fundación Kavli los financia, y esta es la primera vez que un medio español consigue el galardón: premio de oro de 5.000 dólares (unos 4.300 euros) en la categoría de Reportajes Científicos.

El jurado valoró el reportaje de EL PAÍS “por examinar los riesgos del virus en un momento en el que entender cómo se propagaban los aerosoles de la enfermedad estaba aún clarificándose”. “La historia tuvo un gran impacto”, ha valorado la jueza y editora jefe de Scientific American, Laura Helmuth. “Circuló en redes sociales de forma más rápida y contagiosa que el SARS-CoV-2 en un aula congestionada. Quienes estaban demasiado confundidos, asustados o enfadados para comprender otras historias vieron esta y... la entendieron. Es una de las piezas periodísticas más efectivas que he visto”, añade Helmuth.

Sus autores, el redactor jefe de Narrativas Visuales, Mariano Zafra, y el redactor de Materia, la sección de Ciencia de EL PAÍS, Javier Salas, no pueden estar más orgullosos. No solo por el reconocimiento, sino por la constatación de su impacto: acumula más de 20 millones de páginas vistas, ha sido traducido del español a seis idiomas y ha atravesado fronteras por explicar de forma concisa y visual cómo el coronavirus se transmite por los aerosoles. Comprender cómo se comporta el virus en diferentes escenarios ha sido el antídoto para muchas personas y el mejor ejemplo de que una buena información puede salvar vidas.

La historia de este reportaje se remonta a octubre de 2020, uno de los periodos más duros de la pandemia. La desinformación, el ruido y las noticias falsas formaban parte del día a día, y un periódico solo puede ayudar informando con rigor. Cuenta la directora de Materia, Patricia Fernández de Lis, que la pandemia ha sido, con toda probabilidad, la etapa profesional más complicada de toda su carrera: el periodismo científico siempre ha sido imprescindible para explicar la realidad, pero en momentos como este, se hace aún más relevante.

El redactor jefe de Narrativas Visuales, Mariano Zafra, pensaba que había algo que no se entendía del todo bien. ¿Cómo podría explicarse la propagación de los aerosoles de forma visual? La publicación de la tribuna del científico José Luis Jiménez, profesor de Química en la Universidad de Colorado, le dio la idea. “A medida que lo leía me lo iba imaginando. Lo único que faltaban eran los parámetros, datos sobre los que construir esos escenarios. Qué tamaño tienen los aerosoles, cuánto tiempo debe pasar para que uno se contagie, cuántos aerosoles contagiosos emite una persona al hablar o gritar, etc. La tribuna decía que los científicos habían desarrollado un modelo. Y yo acudí a este modelo”. Zafra empezó enseguida a trabajar sobre ello con Javier Salas y con el científico José Luis Jiménez por videollamada para lograr la precisión científica. Establecieron los tres escenarios del reportaje de forma sencilla y fácil de entender: un bar, un salón y una clase, tres sitios comunes para cualquier ciudadano.

“Que te den un premio de esta relevancia en el sector científico me enorgullece. Quiere decir que el modelo de trabajo que estamos desarrollando en el periódico funciona muy bien, que un periodista visual se alinea con un periodista científico y trabajan como un tándem”, dice ahora Zafra, que hace dos años formó la sección de Nuevas Narrativas de EL PAÍS. “El mundo científico es muy exigente; para mí es muy importante la precisión, pero también llegar al público. En el periodismo a veces nos tomamos ciertas licencias para hacer las cosas más comprensibles, y haber llegado a ese punto intermedio con exactitud y que llegara al público, ha sido muy importante”, dice.

Cuenta Javier Salas que llevaba un tiempo trabajando en temas similares con Zafra; y que, en cierta forma, se intercambiaron los papeles: “Mariano se convirtió en periodista científico por todo lo que investigó y leyó. Yo me encargué de ordenar bien la información visual y de la coherencia narrativa. Lo más relevante del éxito de esta historia es el trabajo en equipo. Trabajamos dos semanas intensas en esto, gracias al esfuerzo de los compañeros, y fue decisivo el trabajo que hicieron las secciones de Vídeo y de Redes, que difundieron el trabajo de manera ordenada y rápida. Tocamos todas las teclas buenas porque desde hacía muchos meses la maquinaria entre Materia y Narrativas Visuales estaba bien engrasada y funcionaba muy bien”, explica hoy.

Pronto vieron el impacto del especial. Recuerda Salas que no había una sola semana en la que no le escribieran de alguna institución o medio para pedir permiso para usarlo y compartirlo. Por eso, EL PAÍS puso a disposición de todos los medios la información, de manera que pudiera ser publicada y adaptada en cualquier web. Se dieron cuenta de que el reportaje había cruzado el charco cuando lo compartió el jugador de la NBA Manu Ginobili. Medios como The Guardian se hicieron eco de la historia, publicó la pieza de EL PAÍS en Twitter el entonces ministro de Ciencia e Innovación, Pedro Duque, y hasta el diario satírico El Mundo Today le dedicó una de sus versiones: un termómetro de algo se ha convertido en viral. Lo fue la información: “Lo bueno es que ya se ha quedado en la retina de mucha gente”, dice Salas.

Para la directora de Materia, Patricia Fernández de Lis, el premio es solo la constatación, de alguna forma, del triunfo de la ciencia y la importancia del periodismo científico: “Es la confirmación de que estamos haciendo un trabajo relevante y de calidad. Este trabajo en concreto es muy importante porque indica un camino donde se conjugan el periodismo clásico y las narrativas visuales”. Tratar el periodismo científico de la forma más sencilla y comprensible es algo que caracteriza a la sección de Ciencia de EL PAÍS desde el principio, pero para Fernández de Lis, contar con un equipo como el de Nuevas Narrativas transforma por completo la forma de colaborar entre las secciones: “La narración visual supone un estallido de nuevas posibilidades y es perfecta para el periodismo de ciencia, para explicar cómo suceden las cosas. El periodismo científico muchas veces ha estado confinado a las esquinas de los medios, a suplementos o secciones paralelas, pero esta pandemia, como el volcán de Palma, confirman que la ciencia es parte esencial de la realidad y, por tanto, también el periodismo científico debe ser parte esencial de un periódico”.

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