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03-11-2011
Con una cerrada defensa del oficio y un irónico agradecimiento a Silvio Berlusconi, el periodista de EL PAÍS Miguel Mora recibió ayer el premio Francisco Cerecedo de manos del príncipe Felipe, quien aseguró que el periodista "tiene probada su valía, inteligencia y coraje en crónicas y entrevistas, que nos han acercado, por ejemplo, a la realidad italiana desde una nueva perspectiva de afinidad emocional y de distancia crítica". "Sus textos traslucen el juicio agudo que enlaza el rigor de la expresión y la propia libertad de espíritu. De este modo, logra imantar al público", subrayó el Príncipe de Asturias. El galardón, otorgado por la Asociación de Periodistas Europeos, reconoce el "ejercicio ejemplar de la independencia profesional, su conocimiento sobre las materias informativas que aborda y la calidad periodística y literaria".
Durante su discurso, Mora (Madrid, 1964) desgranó los retos a los que se enfrenta una profesión embarcada en un cambio de paradigma industrial "de la tinta de Gutenberg a la manzana de Jobs" y sometida a la presión de lo que denominó la "Playstation mediática". Los reporteros tienen hoy a su disposición tabletas ultraplanas, ordenadores portátiles, cuentas en Facebook y Twitter, iPhone y BlackBerry, reciben y envían alertas con solo deslizar un dedo, escriben crónicas para el papel y para la web, mientras leen los comentarios de lectores. "Los nuevos lectores han decidido que nos prefieren en Internet", dijo, pero ante la posible desaparición del papel los periodistas no deben sentir pánico. El miedo es que los medios decidan "para destacar en la jungla, ser los primeros y no ser los mejores".
El periodista quiso rendir homenaje a algunos viejos maestros del papel: "Gente normal y corriente, sin más pretensiones que la de ser honestos y buenos profesionales".
Por eso, dijo, aún no ha llegado el momento de escribir la necrológica del periodismo. "La información es vital, hoy más que nunca. Nos ayuda a saber más, a pensar, a ser más conscientes y a juzgar mejor y exigir más a nuestros gobernantes y a nuestros jefes. Es aire para la democracia, oxígeno para la libertad. Y si no la dejamos respirar, no serán los periodistas o los diarios los que desaparezcan. Serán los ciudadanos".
Mora evocó su etapa como corresponsal de EL PAÍS en Roma y, en tono satírico, dedicó la mitad de su premio a Berlusconi. No hay muchos gobernantes en el mundo que den tanto juego a un periodista, dijo. "Yo me limité a estar allí y a certificar que, para este fabuloso oficio, representa dos cosas a la vez: el meteorito que cae sobre el planeta y la hierba que alimenta a los dinosaurios".
Por su parte, el Príncipe de Asturias aseguró que la tarea de Mora demuestra "que los periódicos, ese encuentro con la realidad de todas las mañanas, ofrecen méritos y ventajas derivados de la profesionalidad del periodismo independiente, que justifican la reputación de la prensa de calidad". Don Felipe también quiso felicitar al periodista "por su inmenso trabajo en torno al flamenco; su libro La voz de los Flamencos es un valioso documento sobre el estado de este arte".
Mora trabajó 10 años en la sección de Cultura de EL PAÍS. En 2005 fue nombrado corresponsal en Lisboa, en 2008 se trasladó a Roma y, hace un mes, a París.
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